Josef Martínez con la selección nacional absoluta / Simón Bardinet
Por Roalber Torres
“Nosotros tenemos un
tío que jugó con el ‘Pibe’ Valderrama”, dijo José en una reunión con amigos. No
era la primera vez que le tocaba apelar a ese cuento para sacar pecho, porque alguien
mencionaba su principal pasión: el fútbol. Él, su hermano y su padre
practicaron el deporte rey, pero ninguno llegó a buen puerto. No había de otra,
y así fue hasta el 19 de mayo de 1993. Ese día nació Josef, y la esperanza de
que alguien volviera a poner el apellido Martínez por el techo resurgió. Hoy
ese deseo es una realidad, y aquel niño en el que estaban puestas las
esperanzas es el que guía a Venezuela en el Sudamericano.
“Yo siempre supe que
iba a ser un gran futbolista”, dice hoy José del Carmen, su abuelo. “Uno que ha
estado ligado a esto por tanto tiempo tiene facilidad para verlo. Cuando tenía
seis años le tiré una pelota, y lo que hizo con ella me confirmó que estábamos
ante un talentoso. Desde ahí yo siempre digo: si quieres saber si alguien juega,
tírale una pelota”, relata.
Del Carmen fue su
primer entrenador, según sus propias palabras, y nunca dudó de que iban por
buen camino. “No fue fácil, a los 7 años practicó en la Universidad de
Carabobo, estuvo ahí como por un año. Luego nos contactó una persona llamada
Héctor Galo, para llevarnos a Josef para el Centro Ítalo de Valencia. Lo
hicimos, y ahí comenzó a demostrar lo que tenía. Después conocimos a una
persona llamada Sebastián Cano, hoy su agente, y él nos ayudó a partir de ahí”,
cuenta Alexander, su padre.
Entre todas esas
experiencias hubo inconvenientes que tuvieron que sortear. “A veces su padre
trabajaba mucho, o todos estábamos ocupados, y cuando yo volvía a la casa me
conseguía con el pelao con cara de molesto. Cuando le preguntaba qué le pasaba,
me respondía que no iba a poder practicar porque no tenía quien lo llevara. Yo
lo agarraba, lo montaba en la camioneta y me lo llevaba a la práctica”,
recuerda Del Carmen con melancolía.
“También me lleno de
nostalgia cuando paso por el velódromo, ahí fue la primera vez que tocó una
pelota de fútbol”, añade, y desde ahí Josef no quiso soltarla más, a tal punto
que cuando estaba en Centro Ítalo también practicaba fútbol sala.
El primer salto
Cano vio una
oportunidad para Josef afuera y la aprovechó. “Lo llevamos a Estudiantes de La
Plata y allá en una prueba de 350 chamos fueron haciendo cortes hasta que al
final el papá de la “Brujita” Verón me dijo que querían que él se quedara (...)
En ese momento llegó la convocatoria de la sub-17, con Dani De Oliveira. En Estudiantes
dejaron claro que si se ausentaba por ese tiempo era posible que no siguiera.
Lo conversamos con la familia, con Dani y con Josef. Dani fue tajante, tenía
que estar y estuvimos de acuerdo. Josef solo me dijo ‘quiero ir a la selección
y si no sigo aquí estoy seguro que tú me tienes un plan B’. Ese plan B era
Caracas”, contó, y el tiempo los premió.
Trabajo publicado el 14 de enero de 2013 en el Diario Líder en deportes.