Celebración del caraqueño, tras anotarle a Caracas F. C. / Nelson Pulido
El volante criollo, que
acaba de marcharse al fútbol argentino, desarrolló su disciplina en una escuela
militar
Por Roalber Torres
Si algo se necesita en
el fútbol moderno para triunfar es disciplina. Para entrenar y competir todos
los días, para cuidar la alimentación, para mantener el impulso cuando las
cosas no salen bien, para no renunciar luego de muchas noches durmiendo lejos
de casa. Y en ese punto, Michael Covea, va un paso adelante, pues el
mediocampista forjó esta cualidad en un lugar donde no tienes otra opción: una
escuela militar.
“Fue un chamo bien tremendo, no mala conducta, pero sí muy
inquieto, hacía travesuras. Tiraba una piedra, se montaba en una mata de mango
en las concentraciones, y cosas por el estilo. Por eso, cuando tenía 14 años
sus padres lo metieron en un liceo militar para controlar sus travesuras”, contó Danilo Medrano,
uno de sus primeros entrenadores, que terminó convirtiéndose también en un
mentor fuera de la cancha.
La Academia Naval José
Antonio Anzoátegui (Puerto Píritu) fue el lugar escogido por los progenitores
del ahora mediocampista para forjar esta virtud. Dos años bastaron para que el
caraqueño supiera que su camino no era ese, y también para que entendiera que
la disciplina es una virtud que trasciende los cuarteles. “Hoy en día me atrevería a decir que es uno de los más disciplinados,
eso ya no le trae problemas; de hecho, mientras estuvo con Petare pasó varias
veces por la academia a hablarles a los muchachos de lo que tienen que hacer
para llegar al profesional”, relató Medrano.
Y con esta virtud,
Covea tiene la posibilidad de comerse al mundo, pues talento no le falta. “Desde los seis años de edad (que fue cuando
empezó a jugar fútbol sala), Michael ya tenía un movimiento de cintura y una
velocidad que lo hacían distinto al resto de los muchachos”, dijo su ex DT.
“Siempre fue un muchacho emprendedor, a
pesar de su niñez siempre supo lo que quería, que no era otra cosa que
convertirse en un jugador de fútbol profesional”, añadió.
Años después, Covea logró
no solo debutar en el profesional, sino que destacó y ya hizo sus primeras
maletas para jugar en el exterior. Esta semana, el volante firmó un contrato
con San Martín de San Juan de Argentina. Ahora, deberá mostrar lejos de nuestras
fronteras ese movimiento de cintura que lo hizo destacar en el patio, y sin olvidar,
por supuesto, sus días de cadete
Un aliado del fútbol sala
Michael Covea, como
muchos otros futbolistas venezolanos, comenzaron en espacio reducido. Esto le
permitió pulir su técnica y también conseguir grandes aliados para el futuro. “En Petare lo ayudó mucho Richard Blanco,
que también estuvo conmigo en algún momento en fútbol sala, y por eso apenas
llegó Michael le pedí que lo guiara en el club. Fue un gran apoyo para él”,
contó Medrano.
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Tomó
el camino correcto
Para el entrenador que
formó a Covea, el jugador acertó con la decisión de firmar con un equipo de
segunda división de Argentina, por encima de otras ofertas que llegaron a sus
manos. “Siempre ha ido paso a paso, y
por eso ha llegado hasta ahí. Para mí, Michael es un jugador muy talentoso,
pero en este momento no está para jugar en Europa, o para a ir a un equipo en el
que no verá minutos. Este era el paso que debía dar para seguir creciendo, creo
que le irá muy bien”, destacó el estratega. “Yo, por supuesto, lo seguiré desde acá, apoyándolo al menos a la
distancia, y ligando que triunfe”, cerró.
Nota publicada en agosto de 2013 en el Diario Líder en Deportes